Así fueron las violentas protestas por Pablo Hasél
Tras el arresto post-atrincheramiento en la universidad de Lérida, la izquierda no ha perdido la oportunidad de retomar uno de sus hobbies favoritos: quemar las calles.
Esta vez la excusa era la detención del delincuente Pablo Hasél, para cuya liberación y muestra de apoyo era, sin duda, necesario quemar contenedores, romper escaparates de Louis Vuitton o insultar a aquella señora mayor que estuviera llegando a casa.
Fuera de condenar tan excesiva demostración de violencia, aquellos que, si de permitírselo el cargo que ostentan, estarían con gusto prendiendo esos contenedores, los defienden.