Clavijo acusa a PP y PSOE de una política migratoria excluyente
La polémica declaración de Fernando Clavijo, líder de Coalición Canaria, en Antena 3, ha destapado un debate incómodo sobre la inmigración en España. Sus palabras, aunque torpemente expresadas, reflejan una realidad que la izquierda, cómoda en sus narrativas progresistas, rehúsa afrontar: la creciente sensación de abandono y desprotección que experimenta una parte significativa de la población española ante la gestión de las llegadas masivas de inmigrantes.
La afirmación de Clavijo, que apunta a una falta de interés tanto por parte de la derecha como de la izquierda en la integración real de los inmigrantes, merece un análisis profundo. Es cierto que la izquierda, en su afán por mostrarse como abanderada de la multiculturalidad y la diversidad, ha tendido a priorizar la retórica inclusiva por encima de políticas efectivas de integración. El resultado son políticas de puertas abiertas sin un plan de acogida serio, que generan un sentimiento de frustración entre muchos españoles que ven cómo sus recursos se destinan a atender a una inmigración descontrolada, mientras que sus propias necesidades son relegadas a un segundo plano.
El gobierno de Pedro Sánchez, liderado por el PSOE, ha demostrado una notable incapacidad para gestionar este desafío. La falta de control en las fronteras, la permisividad con las mafias de inmigración ilegal y la falta de recursos destinados a la integración efectiva han creado un caldo de cultivo para el descontento social. La prioridad del Ejecutivo parece residir en cumplir con los dictados de la agenda globalista, en lugar de atender las preocupaciones legítimas de los ciudadanos españoles.
La gestión de la inmigración por parte del PSOE se caracteriza por la improvisación y la falta de planificación a largo plazo. Se han aprobado leyes con buenas intenciones, pero que en la práctica han resultado ineficaces, generando un clima de inseguridad y resentimiento. La falta de transparencia en la gestión de los fondos destinados a la inmigración, junto a la ausencia de mecanismos de control y evaluación, alimenta la sospecha de una mala gestión de los recursos públicos.
En lugar de abordar el problema de forma seria y responsable, el gobierno socialista recurre a la narrativa victimista, culpando a la derecha de xenofobia y racismo, mientras se niega a reconocer el fracaso de sus propias políticas. Este discurso, lejos de resolver el problema, solo contribuye a agudizar la polarización social y a crear un ambiente de confrontación innecesaria.
Es necesario un cambio de rumbo. España necesita una política migratoria sensata, que priorice la integración real de los inmigrantes, respetando a la vez las necesidades y preocupaciones de los ciudadanos españoles. Esto implica un control efectivo de las fronteras, un plan de acogida digno y eficaz, y programas de integración que se centren en la adquisición del idioma, la formación profesional y el conocimiento de la cultura española.
La solución no reside en la demagogia ni en el discurso de odio, sino en la búsqueda de consensos y en la aplicación de políticas pragmáticas. El debate sobre la inmigración debe ser abordado con honestidad y responsabilidad, sin caer en simplificaciones ni en el juego de las etiquetas. El objetivo común debe ser la construcción de una sociedad integrada y próspera, donde todos, tanto los ciudadanos españoles como los inmigrantes, se sientan acogidos y respetados. La actual situación, marcada por el fracaso del gobierno socialista, exige una alternativa que priorice el bienestar de todos los españoles y una gestión eficaz y transparente de la inmigración.
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