Honor y Gloria

En palabras de Iglesias ¿viejo guardia civil y desobedeció una orden?

Corría el año 2006 y Marlaska era juez de la Audiencia Nacional quien fue ensalzado y encumbrado por su gran labor contra la banda terrorista etarra en el conocido “caso Faisán”.

Dentro del terreno profesional, en las primeras páginas del extenso auto que dictó, defendió a capa y espada la colaboración que debía llevar a cabo la guardia civil y policía nacional que investigaba el caso, instando a éstos a no informar a sus superiores, sino actuando con lealtad y colaboración con el juez que instruía la causa debiendo informarle de forma directa a él de cualquier incidencia que tuviese lugar.
Ese es el deber de la llamada policía judicial quien de forma directa debe informar al juez de lo que ocurre, debiendo limitar dicha información a sus superiores, salvo que el juez lo prohíba.

Que yo sepa a fecha de hoy, esta obligación no se ha modificado y era lógico y de Ley colaborar con las peticiones realizadas por la juez Carmen Rodríguez Medel, quien está haciendo su trabajo de forma correcta y adecuada.

Por este motivo, no comprendo cuál es el motivo para cesar de forma fulminante al coronel Diego Pérez de los Cobos. Porque salvo que haya otras cuestiones que desconoce la opinión pública, dada la opacidad de este gobierno, no se explica su destitución.

Es evidente que ha recibido muchos apoyos dentro y fuera del cuerpo. Ha sido elogiado por su dedicación y cumplimiento del deber por todos sus compañeros, los que lo conocían e incluso aquellos que no habían tenido trato con él.

Eso explica la rápida dimisión del director adjunto operativo de la guardia civil, el general Laurentino Ceña, quien no entendió el motivo de cese del coronel, y tampoco se comprendió porqué el salto en el escalafón para nombrar a quien no le correspondía, algo que jamas había ocurrido en la Guardia Civil.

Si el Duque de Ahumada viese lo que ocurre hoy en día probablemente se volvería a morir de la impresión.

Que tiempos aquellos, cuando se decía que estos eran los soldados que España necesitaba cuando un cabo impidió pasar un carruaje en dirección contraria sin importarle quién iba en su interior porque cumplía órdenes.

Aunque quien pretendía pasar era el todopoderoso general Narváez, el cabo se mantuvo firme y no se lo consintió.

Al no poder pasar, Narváez enfurecido llamó al duque de Ahumada y solicitó el traslado del cabo fuera de Madrid por haberle hecho una afrenta al no dejarle pasar. Tras investigar el duque de Ahumada los hechos, no en una, sino hasta en dos ocasiones, llegó a la conclusión de que el cabo había actuado correctamente al cumplir una orden sin importar el cargo o personalidad que por allí pasase.

Tras valorar la situación, finalmente el duque de Ahumada no quiso poner en tela de juicio el prestigio que debía tener la Guardia Civil y le comunicó a Narváez que procedía a entregar el bastón de mando de la Guardia Civil y que era otro en su lugar el que había tomado la decisión injusta y firmada de trasladar al cabo fuera de Madrid.

El General Narváez se dio cuenta de que el cabo había actuado de forma correcta, reconoció su error, y le dijo al duque de Ahumada que continuase en su puesto y rompiese el oficio de traslado del cabo. Tal y como comenzaba este artículo, honor y gloria, algo que conjuntamente con lo que se conocía como valores escasea mucho hoy en día, y quien un día lo tuvo, parece haberlos olvidado o simplemente, perdido. Por suerte y afortunadamente todavía quedan algunos. Solo me queda decir que ánimo a todos y que los españoles vamos a seguir apoyando a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

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