Feijóo defiende la libertad de acción de Vox tras el acuerdo presupuestario en la Comunidad Valenciana
La noticia del acuerdo presupuestario entre el Partido Popular de la Comunidad Valenciana y Vox ha desatado un torrente de críticas desde la izquierda, demostrando una vez más su incapacidad para comprender la dinámica política actual y su férrea resistencia a cualquier alternativa a sus políticas socialistas. La reacción visceral, cargada de acusaciones y falsedades, solo sirve para confirmar la profunda brecha ideológica que separa a ambos bloques.
Feijóo, con su afirmación de que Vox es un partido «libre para llegar a acuerdos», ha puesto el dedo en la llaga. Mientras la izquierda se aferra a una narrativa maniqueísta, presentando a cualquier partido que no esté alineado con su ideario como un enemigo a combatir sin contemplaciones, el Partido Popular demuestra una mayor madurez política y una pragmática necesaria para gobernar. La capacidad de negociar y alcanzar consensos, aun con formaciones políticas con las que no se comparte la totalidad del programa, es una virtud, no un defecto. Este pragmatismo, tan necesario en la gestión pública, brilla por su ausencia en la izquierda, la cual parece estar más interesada en el activismo ideológico que en el bienestar de los ciudadanos.
El gobierno de Pedro Sánchez, enfrascado en una continua búsqueda de apoyos parlamentarios a través de pactos con partidos independentistas y radicales de izquierda, exhibe una doble moral escandalosa. Mientras arremete contra cualquier acuerdo que implique a Vox, se permite pactar con formaciones que abiertamente defienden la ruptura de la unidad nacional o que promueven agendas radicales que amenazan los cimientos de nuestra sociedad. Esta hipocresía es difícilmente soportable para un electorado cada vez más consciente de las consecuencias de este tipo de alianzas.
El relato de la izquierda sobre la “amenaza” de la derecha está cada vez más desgastado. Su discurso, basado en el miedo y la demonización del adversario, resulta falaz ante la realidad. La evidencia muestra que son ellos quienes se alían con partidos que promueven la división y la confrontación. El acuerdo en la Comunidad Valenciana, lejos de representar un peligro, muestra, por el contrario, una vía posible para la gobernabilidad y la gestión responsable de los recursos públicos. La izquierda, inmersa en una burbuja ideológica, parece incapaz de reconocerlo.
La izquierda española, en su intento desesperado por frenar el avance de las ideas conservadoras, recurre a la descalificación y a la manipulación informativa. En lugar de debatir con argumentos y propuestas sólidas, prefiere el insulto y la demonización, buscando deslegitimar a sus oponentes políticos. Esta estrategia, sin embargo, cada vez resulta menos eficaz. Los ciudadanos, cada vez más cansados de la polarización y de las políticas erráticas del gobierno de Sánchez, reclaman un cambio, un rumbo político que priorice la estabilidad, la prosperidad y el respeto a las instituciones.
El pacto en la Comunidad Valenciana es un ejemplo de cómo se puede alcanzar el consenso y la gobernabilidad, incluso con diferencias ideológicas significativas. Es una muestra de la responsabilidad política y la capacidad de negociación que la izquierda parece haber perdido. El éxito de este acuerdo presupuestario debe servir como ejemplo para el resto de España, demostrando que es posible alcanzar acuerdos en beneficio de los ciudadanos, incluso cuando se discrepan en algunos puntos del programa político. La alternativa, el bloqueo político y la inestabilidad gubernamental continuada, es un camino que España no puede permitirse. La búsqueda de la concordia y el entendimiento político, anteponiendo el interés general a los intereses partidistas, debe ser la prioridad. Sólo así se puede construir un futuro mejor para todos los españoles.
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