¿Los abogados tenemos que ser héroes?

Hace poco leí que los abogados de Málaga estaban desaparecidos en combate y que por ese motivo no asistieron a los detenidos en el Juzgado. Entiendo el enfado de Su Señoría que buscaba averiguar los datos de los Letrados que deberían haber acudido al juzgado a asistir a los detenidos pensando incluso en iniciar acciones penales contra los mismos y abrirles un expediente. Entiendo que es duro para Su Señoría que no tiene oportunidad de continuar el procedimiento ante una justicia que ya estaba colapsada, y a que a día de hoy todavía lo está más por la situación del coronavirus.

Poniendo en valor los derechos fundamentales hoy en día, enfrentando el derecho a la vida y el derecho a la asistencia jurídica, me pregunto ¿qué prima más, el derecho a la vida o el derecho a la asistencia jurídica de los detenidos?

Ante la situación de crisis sanitaria en la que nos encontramos, lo que inicialmente se debe valorar muy bien es cuál es el estado y la situación de los Letrados en cada caso, puesto que hay quien convive con personas en situación de riesgo frente al coronavirus y esas circunstancias deben ser tenidas en cuenta.

En estos casos, es realmente complicada la respuesta.

Lo más lógico, es preservar la vida como derecho fundamental recogido en la Constitución Española.

Planteémonos lo siguiente, en España prevalece el derecho a la vida ante cualquier otra cosa. De hecho, la pena de muerte está prohibida en la Constitución Española y aunque estaba prevista en función de lo que dispusiesen las leyes militares, hace años que éstas fueron modificadas para que en ningún caso fuera aplicable esta pena, ni siquiera en tiempos de guerra.

En cualquier caso, la pena de muerte quedó prohibida por la Convención Europea de Derechos Humanos que fue ratificada por España. Así que bajo ningún concepto es aplicable.

Es cierto que todo el mundo tiene derecho a ser asistido por un abogado y ser defendido, pero si no hay vida, ¿qué vamos a defender? Simple y llanamente nada. Éste es el final de todo que no deja la puerta abierta a nada más.

Parece que ante semejantes circunstancias el derecho a la vida es prioritario y es lo que se debe preservar.

No parece que haya sido así por parte de este gobierno que ante esta pandemia no ha realizado los test, ni ha proporcionado los medios adecuados de protección y así ha cundido el pánico y el terror en los juzgados y en toda España.

Todos hemos leído y conocemos la noticia de siete guardias civiles que detuvieron a una mujer durante el estado de alarma por una pelea con su compañero sentimental fueron escupidos por ésta al igual que fue escupido el letrado que la asistió. Esta señora resultó ser positivo en coronavirus, con lo cual no quiero imaginar cómo se sintieron y lo que vivieron hasta averiguar si habían sido contagiados o no.

Así que, por un lado, puedo entender el colapso de la justicia ante la inasistencia de los letrados, pero también su interés por seguir viviendo, puesto que sin la vida ya no nos queda nada que defender.

Seguramente habrá opiniones diferentes y respeto todas, pero creo que, en mi último párrafo, cualquier persona que lo lea, no le quedará otra opción que pensar en este sentido, puesto que resulta aplastante esta afirmación: “sin vida ya no existe defensa de nada ni de nadie”.

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